10 de diciembre de 2020 |

El 10 de diciembre de 1948, la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Surgida de la voluntad de evitar la repetición de los horrores de la guerra y el genocidio, la organización buscaba proyectar su misión hacia el respeto de los derechos de todas las personas.

Cuando en 1983 la última dictadura llegaba a su fin en la Argentina, el presidente electo, Raúl Alfonsín, tuvo un gesto que buscaba marcar la impronta que su gobierno le imprimiría a la transición democrática: eligió el 10 de diciembre, fecha en que se conmemora el Día Internacional de los Derechos Humanos, para la ceremonia de toma de posesión del cargo. Reconocía así el lugar central que las denuncias por violaciones a los Derechos Humanos habían tenido para erosionar la dictadura y marcaba una impronta que su gobierno y los que los sucedieron convirtieron en eje de las políticas de su gobierno y los que lo sucedieron durante los últimos 37 años.

Durante los años ‘80 la búsqueda de verdad y la justicia fueron el eje. A partir de los años ‘90, con la irrupción en la escena pública de una nueva generación de jóvenes comprometidos con las denuncias de los actos cometidos por la dictadura sumó a esas consignas el reclamo por la memoria. En las décadas que siguieron, la impronta de la defensa y promoción de los Derechos Humanos en la joven democracia impulsó la ampliación de una agenda orientada a garantizar la igualdad y no discriminación para todas las personas, atender en particular a los derechos de las personas migrantes, de todas las mujeres y las niñas, de las personas del colectivo LGBTIQ+, en una cadena que se extiende en la medida en que la atención a algunas situaciones permite iluminar nuevas zonas de desigualdades y vulneraciones.

Hoy, en un nuevo 10 de diciembre, la Argentina celebra un aniversario de su democracia y renueva su compromiso con la promoción y protección de los Derechos Humanos.